Según investigaciones, la inteligencia se hereda, pero también se adquiere, así mismo se dice que la inteligencia se encuentra distribuida por todo el cerebro y que se circunscribe en áreas específicas del cerebro y de nuestra persona.
En
relación a la Inteligencia lógico-matemática, esto es tan solo un aspecto de la
inteligencia en general, porque somos más fuertes en cierto tipo de
inteligencias y en otras no.
Sea
cual sea la verdad, se ha comprobado que la inteligencia permanece estable
durante la vida.
El
catedrático Dary y sus colaboradores de la Universidad de Edimburgho, llevaron
a cabo un estudio con más de mil personas nacidas en 1936 que habían resuelto
pruebas de coeficiente intelectual. 11 años después (en 1947), como parte de la
encuesta escocesa de Salud Mental se observó una correlación
entre los resultados obtenidos en la niñez y la habilidad cognitiva 11 años después.
Como
señalan los investigadores en sus conclusiones “Aunque la posición social se
traduce en un mayor acceso a oportunidades educativas y de desarrollo
profesional, la persona debe comprometerse con sus objetivos para
aprovecharlas. De hecho, es probable que el factor más determinante para la función
cognitiva en etapas posteriores de la vida, sea su comportamiento o conducta
individual y grupal que los determinan con el paso del tiempo”.
Con
base en lo anterior, podemos afirmar, que, aprender nuevas habilidades y
adquirir conocimientos, constituyen medios idóneos para mejorar el
funcionamiento y la eficacia del cerebro a medida que envejecemos y que existen
muchas maneras para desarrollar y mantener la agudeza mental.
También
queda claro, que existen diferentes manifestaciones de inteligencia en las
personas, desde la erudición del catedrático hasta la genialidad física del
atleta.
El
catedrático de Harvard, Howard Gardner, señala que, “la inteligencia no siempre
se encuentra en la cabeza” y esto lo dijo al explicar su misión en la vida, que
es: explorar, identificar y delimitar los distintos ámbitos de la inteligencia.